Desde que adquirí el mando disparador para la cámara, los autorretratos han pasado a un nuevo nivel para mí y, poco a poco voy experimentando en el tema.
El autorretrato puede llegar a ser un ejercicio tanto de introspección, como de experimentación. Tenemos la posibilidad y la ventaja de hacer tantas pruebas queramos, con el único límite de nuestra paciencia.
Y, claro está, tenemos que jugar con la dificultad de calcular el encuadre, la composición y el enfoque desde una perspectiva diferente: delante de la cámara.
Pues bien, gracias al material de atrezzo que compré para mi propuesta de la tarjeta de Navidad de la E.A, y a la inspiración de esta fría tarde de otoño (que todos ansiábamos) nace esta serie de tres autorretratos personales.
Realizadas sobre fondo blanco, con objetivo 50 mm, luz continua de relleno frontal y utilizando el mando disparador.
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